martes, 14 de julio de 2020

Las tres Cruz

Juan Carlos Alarcón

Como de costumbre las hermanitas Cruz entraron a casa como un torbellino y por detrás su padre, mi hijo, que se hacia el tonto. Las 3 Cruces, como yo les llamo, son mis tres nietas: Magdalena Cruz, Massilia Cruz y Mariana Cruz.

La gran incógnita familiar es: por qué a sus tres hijas le pusieron el mismo segundo nombre? Mi teoría es porque cuando llaman a una sola lo hacen por su primer nombre, pero cuando quieren retar a las tres, porque han hecho alguna macana, sus padres gritan: Cruz!... y las tres se detienen de golpe, sonriendo como si fueran tres angelitos.

Las hermanitas Cruz funcionan como trillizas, pero no lo son, se llevan dos años entre cada una de ellas. Y aunque las travesuras las hacen juntas cada una tiene su propio carácter. Magdalena es muy charlatana, habla hasta por los codos dirían en Argentina; Massilia es pura sonrisa pero muy inquieta, “demasiada” aclararía su abuela y, Mariana, con sus enormes ojos azules se pasa observando para todos lados hasta que encuentra algo que pueda servirle para jugar o encapricharse. Las nenas corrieron a hurgar toda la casa porque saben que en algún lado yo tengo escondido alfajores de fruta y caramelos de leche.

Cuando mi hijo entró a casa y por los ojos que puso, aunque no dijo nada, seguro que debió pensar que me había vuelto loco.

Sobre la mesa del comedor yo había puesto todos los vasos que tengo boca abajo, hasta por las dudas también tiré las flores y puse boca abajo los dos jarrones. El consejo de hacer eso me lo dio Silvia Mouzo, Vipi, cuando hace algunos años le comenté que llevaba días buscando unos papeles que no podía encontrar. Según ella, si ponía un vaso boca abajo, eso me ayudaría para acordarme y encontrar mis malditos papeles. Pero, como al día siguiente, yo seguía sin encontrar nada, me dije que tal vez mis vasos eran pequeños y puse todo lo que tenía boca abajo. Nunca hallé nada, pero continué haciéndolo cada vez que se me extraviaba algo.

Magdalena se paró a un costado de la mesa y luego de pensar un rato, preguntó si eso era una escultura. Ella se venía de acordar que una vez la habían llevado a una exposición donde todos los techos estaban cubiertos de tenedores, cuchillos y cucharas que colgaban.

Mi hijo que bien conocía esta manía mía, me preguntó: qué perdiste esta vez?

- Mis dientes! Hace días que lo estoy buscando.

Este largo periodo de usar el tapa boca tiene su pro y su contra. La parte positiva, más allá de evitar el virus maldito, era que siempre andaba con la boca cubierta y no tenía que preocuparme por andar poniéndome a cada rato la dentadura postiza. Lo contra fue que hace tanto tiempo que no usaba los dientes postizos que los había perdido, ya ni idea dónde los guardé

Entonces, Massilia pegó un grito de contenta y apareció con un paquete sin abrir de alfajores que encontró en mi dormitorio adentro del ropero.

Una hora más tarde se fueron y yo los saludé desde la ventana mientras se acomodaban en el auto. De pronto Mariana comenzó a gritar y llorar. Mi hijo se bajó y volvió a entrar a mi casa para devolverme mis dientes. Mariana los había encontrado y se los llevaba para jugar con sus muñecas.

 


2 comentarios:

  1. jajaajajjaja
    Te olvidaste que además de dar vuelta el vaso tenías que pedirle a San Antonio que te ayude a encontrar lo perdido!!!

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  2. Ahhh Alli estaba el problema que nunca encontré las cosas, en el San Antonio que se me habia escapado jaja
    jca

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