viernes, 3 de julio de 2020

Cuestión de cultura :


Juan Carlos Alarcon

Acaso 6 meses puede ser mucho tiempo o tal vez poco, todo depende desde el ángulo de vista que uno mire las cosas. Recuerdo que me iba para Argentina donde pensaba linyerear por varias provincias y en ciertos lugares inhóspitos que siempre visito
Claro, en Argentina la gente también tiene dos ojos, una nariz, una boca, dos brazos y hasta el sexo entre las piernas, como aquí en Francia. Todo parece igual, salvo las costumbres cotidianas. Eso que  normalmente le llaman cultura.
Después de 6 meses regresé a Francia y me encontré con el primer choque cultural. A mi hija se le ocurrió reunir toda la familia en su casa a cenar y me preguntó si continuaba con mi dieta. Tonto de mí le dije que sí. En Argentina mi dieta consistía en asados, achuras, empanadas, cordero al horno con papas, sorrentinos caseros con salsa de pollo, dorados del Paraná asados a la parrilla con limón, envueltos en papel de aluminio, pucheros con choclos y batatas, hasta un guiso de mondongos me hicieron. La dieta era simple: comer moderadamente. Era el consejo que me daban cuando me ponían un plato de locro en pleno verano. Pero esa dieta me parecía justa.
La primer cena que me sirvió mi hija fue: de entrada una bolita de arroz con queso y atún acompañada de ensalada verde. Después puso frente mío una diminuta costeletita de cerdo con salsa de champignon y papitas hervidas al vapor. Me cagué de hambre! Sin embargo no podía decir nada, porque mi nieta “Magda, la princesita”, como le llamo a la hija de mi hijo, me iba contando las calorías con una calculadora en la mano. Ademas, cada que mis ojos se ensombrecían, mi hija miraba sin disimulo la balanza electrónica que tiene bien a la vista. Lo único que le faltaba eran dos luces para que se parezca al obelisco donde todos van a protestar. Si hubiera sido allá, seguramente yo le echaría la culpa a Cristina. En Argentina es mas simple: la culpa de todo la tiene la ex-Presidenta. Aquí las cosas son diferentes y tuve que contener los insultos contra la balanza porque me acordé que fui yo mismo quien se la había regalado a mi hija hace un par de años.
Yo soy ladrón de besos y cuando una chica joven y lindona se me pone al frente, aunque sea para preguntarme la hora, yo aprovecho para robarle un beso. Es una cuestión cultural. Aquí en Francia me miran sorprendidas, se ríen, me dicen qué loco este tipo y siguen su camino. Por supuesto, hubo una vez que una chica me cacheteo, pero hubo otra que expresó: “no es así como se hace” y me dio un beso que me dejo atolondrado.
En Argentina, las cosas son diferentes, tenía que cuidarme muchísimo, porque cada vez que le robaba un beso a una chica ya se creía que estábamos de novio. Y en las pocas veces que caí en una cama me preguntaron cuando nos casábamos. Sin duda los choques culturales eran grandes! Los últimos meses decidí ser monje y me encerré en una casa en plena zona rural para evitar las tentaciones!


2 comentarios:

  1. Cualquier parecido con la realidad no es pura casualidad 😂😂. Muy bueno, hermano

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  2. La realidad es muchas veces una ficcion o viseversa. Pero ya estoy en una etapa que ya no se mas que es una cosa o la otra. Un abrazo Clemy.
    jca

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