ENTREVISTA *
Comienzo y desarrollo de una vida en la literatura.
Por Ernesto R. del Valle.
Mi literatura es oral, mucha gente me lo dijo y pienso que tienen razón. En realidad, cuando escribo, es como si le estuviera contando una historia al oído al lector. De allí que, a menudo, comento que el lector es mi amigo.
Entrevista al argentino radicado en Francia, Juan Carlos Alarcón. Poeta, periodista, novelista, cuentista, dramaturgo y cualquier otra cosa que se le ocurra hacer, si se trata de la literatura.
Lo conocí hace dos semanas durante el lanzamiento de mi proyecto en homenaje al Día Internacional de la Poesía, convocando a las poetisas en el evento POESÍAS SOBRE TACONES y a los poetas, en el evento POEMAS EN PANTALONES. Fue el primer autor en responder a este llamado. Solicité su amistad en Facebook y no dudé en llamarlo telefónicamente para conversar con él por Messenger, de esta breve conversación surgió mi interés por conocer más de su vida literaria, lo amenacé con hacerle una entrevista, cosa que aceptó.
ERdelV. ¿En qué barrio o localidad de Córdoba sucedió tu llegada al planeta?
JCA Uy… Cuando nací era tan chiquito que ya ni me acuerdo, jaja Pero bueno, los papeles y la gente, como algunos familiares, siempre me dijeron que nací en Córdoba y en mi casa, porque en esa época se usaba.
ERdelV. ¿Tienes recuerdos de la casa donde diste tus primeros pasos?
JCA Muy vagamente, puesto que desde chico mi familia se mudaba siempre por cuestión de política ya que mi padre fue militante de la resistencia peronista, lo que nos “formato” a todos los descendientes.
ERdelV. ¿Recuerdas tus primeras lecturas, no me refiero a las lecturas obligatorias en la escuela, sino las propias, las que te interesan a ti leer? Tus primeros autores, títulos, géneros.
JCA Sii, Una de las primeras lecturas que me impactó fue “Platero y yo” de Juan Ramón Gimenez y que de tanto en cuando me gusta re leerlo. Otro libro fue “El señor presidente” de Miguel Ángel Asturia y que, en general, recomiendo leerlo a los jóvenes escritores porque en sus palabras no sólo hay imágenes e identidad sino también musicalidad. Bueno, digamos que es el nacimiento de la literatura latinoamericana. Desde pibe, también cayó en mis manos “La divina comedia” de Dante Alighieri.
ERdelV. ¿Qué vivencias comenzaron a inquietar tu necesidad de describirlas en un papel?
JCA, Siempre dije que la poesía se me pegó cuando adolescente y me abandonó mi primera novia; pero creería mas que es la incomprensión del mundo en que vivía. En todo caso, escribir es poder sacudir de mi espíritu el polvo del camino.
ERdelV . ¿Qué autor o autores influyeron en tu forma o estilo de escribir? JCA. Uy, hay muchísimos Garcia Marquez, Umberto Eco hasta Daniel Salzano un poeta cordobés. La lista es larga si me pongo a mencionar a todos.
ERdelV. Como autor prolífico en varios géneros literarios, poeta, novelista, dramaturgo, etc. ¿En cuál de estos géneros te consideras mejor dotado, más cómodo?
JCA. Tengo una especie de disciplina o forma de vida en la escritura. Me levanto temprano a las 4 de la mañana, desayuno y me siento frente a la computadora sin saber para donde voy arrancar puede ser un poema, un cuento, una novela, una pieza de teatro o armar datos e informaciones para algún ensayo. Pero, tal vez, me siento más cómodo escribiendo un cuento. Ya que es una historia más sintética.
ERdelV. En un autor novel siempre aparece el primer libro a publicar, a partir de allí dejas de ser un escritor inédito y comienzan a conocerte lectores y, lo que personalmente considero más terrible de todo, los críticos literarios que se empeñan en buscar las manchas del sol en lo que leen. ¿Cuál de estos libros es el que aún, a pesar de los años te llama mucho más la atención que los demás?
JCA. Siempre aparece algún escritor joven que me sorprende agradablemente su manera de escribir. Raramente leo un texto como crítico literario, me gusta más disfrutar de la lectura como simple lector. Ahora, con la cuestión del confinamiento de muchos países, en las redes hicieron luz un gran número de poetas que visibilizan sus textos. Realmente los leo con placer y eso que en la poesía yo soy medio quisquilloso porque muchas veces dije y digo que escribir para abajo no es siempre poesía.
ERdelV. De acuerdo a tu experiencia ganada en el difícil arte de la práctica literaria ¿Qué piensas de aquel muchacho que escribió sus primeras vivencias emborronando cuartillas,, con este que ahora es entrevistado?
JCA. Ninguna. Hoy soy un viejo jubilado como escritor, pero cuando empecé a publicar y presentarme a algunos concursos literarios buscaba engancharme en la sociedad como lo hacen hoy los jóvenes. Soy admirativo de las motivaciones, la manera de morderse el codo de los nuevos poetas o escritores que tratan de visibilizarse, aunque no siempre son jóvenes de edad. ..
ERdelV. No de manera didáctica, porque pienso que cada autor que comience a escribir lo hace, de acuerdo a sus vivencias, lecturas y, lo más importante, la forma en que siente la vida y la naturaleza. Teniendo estos puntos de vista, ¿qué podrías ofrecerle como legado a la joven generación que comienza a escribir ahora? JCA. Nunca me creí modelo de nadie y cuando me defino digo: Soy un pequeño escritor provinciano. Claro que si debo dar un consejo es decirles que no aflojen, que sigan construyendo su propio camino, con errores y aciertos.
ERdelV. Según el borgoñés Georges Louis Leclerc, conde de Buffon en sus reflexiones, el estilo es el hombre, algo terriblemente doloroso que amerita una disciplina férrea, mucha lectura y concientización de quién eres. Muchos autores a lo largo de su vida no alcanzan un estilo otros, meritoriamente, llegan a zafarse del hilo de quienes lo influyen. ¿Juan Carlos Alarcón tiene su propio estilo?
JCA. Mi literatura es oral, mucha gente me lo dijo y pienso que tienen razón. En realidad, cuando escribo, es como si le estuviera contando una historia al oído al lector. De allí que, a menudo, comento que el lector es mi amigo.
ERdelV. Hay muchas preguntas más pero dejemos esta entrevista en este punto para
darte las gracias por tu tiempo y tus confesiones.
JCA. Vi que tratas de empujar a los nuevos poetas y escritores y me dije, que si puedo darle una mano, adelante.
Westchester 2021
Entrevista realizada desde Miami hasta Valenton Francia.
4,575 millas.
ERNESTO R. del VALLE. Cubano estadounidense. .
Docente, narrador y poeta. Gestor cultural a
través de su revista literaria en formato virtual,
Guatiní y su blog Alaspalabras, en
Wordpress.
Entrevista de Fernando Blasco de radio:
1 - ¿Primeras lecturas e inquietudes literarias? ¿En qué
circunstancias personal y social?
A mi agradó leer desde muy chico y
frecuentaba las bibliotecas, pero seguramente fui motivado por mi padre que era
un gran lector, sobre todo de ensayos políticos, como buen militante que él
era.
Hay libros que todavía recuerdo con
mucho cariño como “Platero y Yo”; “El Quijote” que alimentaba mi sed de
aventura y “La Divina Comedia” con su misticismo. Pero fue, mas o menos, a los
14 años que empujado por un cura me puse a leer “La Biblia” y mi padre que no
creía nada en las cuestiones religiosas, sacudió la cabeza cuando observó eso,
y me largó una frase que nunca olvide: “Para conocer el valor de una moneda
es necesario verle las dos caras” y me tiró sobre la mesa un libro de
Jauretche y otro de “Hernandez Arregui”. Pero el libro que más me impactó por
su estructura, por su musicalidad y que sigo releyendo de tanto en cuanto fue
“El Señor Presidente” de Miguel Angel Asturia. La poesía de Octavio Paz y de
Neruda también estuvieron muy presente,
por supuesto.
2 - ¿De qué manera aparecieron y convivieron poesía y
narrativa?
Uy, nunca supe cómo se entrelazaron,
porque hasta el día de hoy cuando comienzo a escribir raramente se para dónde
voy arrancar si me quedo en la poesía, en un cuento, una novela o en una pieza
de teatro. Creo que eso tiene que ver con el estado de ánimo en que me
encuentre en ese momento.
3 – ¿Cuándo me preguntan cuál es la importancia de la
literatura?
No puedo dejar de pensar sobre la
cultura ¿qué relación tiene la cultura en nuestra sociedad? ¿qué relación tiene
la literatura en nuestra sociedad? Porque es a partir de las respuestas que
pueda encontrar en estas interrogaciones es que yo voy a tratar de comprender
lo que es la literatura, lo que es el acto de escribir.
Por ejemplo; para mí, un libro no es
solamente una simple acumulación de páginas paridas por la imaginación de un
escritor solitario en su computadora. El libro es siempre un testimonio para
romper silencios e interpelar a otro sobre cualquiera de los temas que tocan a
la sociedad: desde el amor a la guerra, desde lo excepcional a lo cotidiano,
desde los sueños a la realidad, y no importa si el libro es íntimo o abierto.
Escribir no es nunca una actitud inocente.
No creo que la literatura pueda
existir como una isla dentro del contexto social, y, es por eso que digo, que
cuando escribo, tengo la sensación de estar hablando o discutiendo en voz alta
con un amigo. Cada lector es un amigo que me presta su oído para escucharme.
Pero, sé también, que cada lector tiene una visión diferente de la mía y de la
literatura así como de la vida. ¡Y por suerte!.. . porque es esta la riqueza
del ser humano: poder ser diferente.
4 - ¿Es que la literatura puede ser perturbadora?
Posiblemente sí, porque la literatura
va dirigida al universo sensorial del cerebro y eso produce una modificación en
el imaginario del lector que va a modificar o reafirmar ideas. O, en todo caso,
que lo llevara a soñar o a replantear interrogantes. Pero que, de una manera u
otra, hay algo que se incorpora en el cerebro a partir de la imaginación.
5 - ¿El exilio, como se dio y como llego a París?
Wuauu ya hace casi 40 años de eso. Yo
era militante peronista, ligado a los sindicatos y a la resistencia, y fue
Naciones Unidas que me trajo a Francia. No fue una elección como otra gente y,
debe ser por eso que nunca pude echar raíces aquí en Francia siempre tuve la
sensación que estoy de paso, a pesar que este país me ayudó a reconstruirme y me
dio otra visión de la Argentina y del mundo. Debe ser por eso que hasta el día
de hoy me negué a sacar la doble nacionalidad.
6 - ¿De qué manera influencio París en su literatura?
Cuando uno vive en una ciudad, en
general solo observa lo de esa zona en la cual está sumergido, y en la medida
que uno se aleja más se amplía la visión. Cuando uno está en Europa, al mirar
la provincia de Córdoba, al mismo tiempo mira el país entero y también el
continente latinoamericano. Además, contempla las estructuras, las costumbres,
las instituciones de donde uno vive y, sin duda, eso modifica la percepción de
cualquier persona.
7 - ¿Qué artistas frecuentó y como influyeron en Ud.?
Frecuentar, como se dice frecuentar,
no lo creo por mi carácter marginal y ermitaño que nunca se prestó para hacer
esas cosas; pero si me crucé varias veces con gente que me aportó bastante
aunque ellos mismos no se lo propusieran. Con Cortázar me crucé por primera vez
en un coloquio internacional contra las desapariciones que se estaban produciendo
en Argentina y, después nos juntamos otras veces a tomar cafés, y él me recibía
con un “hola facho” porque yo era peronista y yo le respondía “hola gorila”
porque él era muy cubano; entonces cambiamos figuritas sobre nuestro país ya
que internet no existía por ese entonces. Con Umberto Ecco fue diferente, él me
agarraba del brazo y me decía “andiamo”. A él le gustaba caminar y allí me
fusilaba a preguntas de todo tipo.
8 - ¿Cómo influyó el nuevo lenguaje con el que convivía
en París?
Leía autores de todo tipo y sin ningún
orden, como si tuviera una sed tremenda por esta nueva cultura. Pero París es
un receptáculo de culturas de todo el mundo, y aquí descubrí a Kundera y leí
“La bellas endormidas” del japones Kawabata que me marcó mucho a tal punto que
supe escribir un cuento largo “La mujer alquilada” influenciado por esta
lectura.
9 - ¿Artísticamente es el exilio un refugio?
Creería que si, porque cuando vivía en
Argentina, debido a la situación política de las dictaduras militares, uno
terminaba por auto-censurarse bastante. Es en el extranjero que aprendí a
liberarme de tabúes sociales y culturales, y a llamar cada cosa sin recovecos,
directamente por su nombre. Los adjetivos eran problemáticos. Si vos decías:
“tenemos un gobierno militar” no pasaba nada, pero si le agregabas “asesino” al
final de la frase se podría todo. Pienso que eso también le sucedió a otros
periodistas y escritores.
10 -¿Está informado de la actualidad literaria argentina
y latinoamericana?
Si, leo bastantes libros que provienen
de allá así como notas culturales. De tanto en cuanto también retorno a
antiguas lecturas que me impactaron de jóvenes. La poesía del pampeano Edgard
Morisoli me gusta mucho y hasta lo considero como uno de los más grandes poetas
argentino vivo. La escritura del cordobés Daniel Salzano siempre me dio envidia
porque él escribía para que lo escucharan y no para ser leída; también está
Iván Ferreyra que tiene una literatura insolente, pero no provocativa. Hace uno
años Carlos Ferreyra, director de la editorial Recovecos, me regaló una
colección completa de poetas cordobeses y que me agrada releerlos por su
perennidad literaria. Los escritores de la Asociación Pampeana de Escritores
también hicieron lo mismo. Ahora veo que está tomando luz una chica de allí:
Lisa Segovia con un fuerte manejo de las metáforas y de la imagen que me
transporta cuando la leo. También esta Clementina Rossini, que publicó no hace
mucho un libro de poesía con bastante madurez y que lo están traduciendo para
ser publicado aquí en Francia.
11 - ¿Cuál es su última obra publicada?
Viene de salir en Francia una novela
corta “Là-bas” (Allá) y que tiene que ver con el exilio político y que, según
información, arrancó bien; eso crea nuevas motivaciones.
12 - ¿En que trabaja actualmente?
Tengo un título y varios apuntes
sueltos “El barrio de las ranas”, pero todavía no sé en qué terminará si será
una novela o un conjunto de cuentos. Veremos...
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Juan Carlos Alarcón (*) : identidad y literatura
social
Entrevista de Gabriela Andrea Vidal
Antes que nada, debo
decirte que todo esto es fruto de interrogantes nodales, que buscan
certezas en torno al “bendito” tema de la identidad. Como sabrás, mi
tesis tuvo como tema la subjetividad en la obra de Gombrowicz (ahora
estoy embarcada en un proyecto sobre la literatura e identidad de Córdoba) .
Allí, yo descubrí la importancia de no adherir a nada, lo conveniente que es
para un escritor no dejarse etiquetar. Bueno, también descubrí otros temas en
el universo witoldeano: la deformidad, la incompletud, “lo casi”, referido a la
identidad argentina. Pero, lo importante es que Gombrowicz se animó a decir
algo poco frecuente: lejos del Estado, de los partidos, de las nacionalidades,
lejos de “la patria”, lo que se debe defender a ultranza es el nombre propio,
en su caso: Gombrowicz. Y allí empezaba su único e intranferible dogma: Ser uno
mismo. Me imagino al pobre de Pierre Bourdieu tratando el caso Gombrowicz
como el que desdibuja toda posición. Aún así, el polaco decía algo sabio: el
hombre tiene un abismo inmenso que salvar, y éste no consiste más que en el
espacio existente entre un hombre y otro. Maximiliano Mariotti, en unos de sus
cuentos de 10 de Guerra, sostiene algo parecido que me
parece clarísimo: “ hay un abismo entre dar y recibir, y el abismo más angosto
es el más difícil de salvar”[i].
1- Me gustaría que me dieras tu impresión sobre
la obra de Witoldo, y tus pensamientos acerca de ese principio tan
irrefutable.¿Qué es lo que nos aleja a unos de otros? ¿Narciso sigue siendo la
imagen más cabal del hombre?
JCA: El
tema es muy vasto, porque sin dudas, para hablar de la identidad es necesario
hablar del cuerpo. De nuestro cuerpo, del rol que tiene en sociedad. Por el
cuerpo llegamos a la maduración de nuestra conciencia y al hallazgo de nuestra
identidad.
El cuerpo no es un simple caparazón de nuestro
pensamiento, es la parte que miramos desde afuera y sentimos desde adentro. Es
también lo que nos abre el encuentro con el otro. Pero, mira la contradicción;
mientras más buscamos estar en sociedad, ser colectivo, unirnos, más tenemos
esa necesidad de poder ser identificado, ser diferente, único para que no nos
confundan con ese otro. Esta individualidad nos la va marcando la sociedad
desde el nacimiento. Primero nos separa entre hombres y mujeres, luego nos da
un apellido que nos integra a una familia que es diferente de la otra y, como
si fuera poco, uno, dos o tres nombres que nos individualizan al interior de la
familia. Este proceso es lo que compone la identidad en el cuerpo; es decir, en
el hombre. Pero como vivimos en el colectivo social también buscamos una
identidad de dónde nacimos y una identidad nacional que nos diferencia de los
otros países. Heidegger decía que “la identidad es el motivo que aparece a lo
largo de la historia del pensamiento occidental con el carácter de unidad, y
esta unidad no es de ningún modo el vacío inconsciente de lo que, privado en sí
mismo de relación, se detiene y persiste en una uniformidad”
El problema que he observado en análisis
literarios, sociológicos y antropológicos es la confusión que a veces se hace
entre la identidad y la personalidad. La personalidad es la descripción del
hombre. En la personalidad el hombre se reafirma sobre su carácter de
importancia. El hombre se dice para sí que es “genial” y posiblemente ni sepa
lo que es. En cambio el hombre indaga su identidad como buscando algo que cree
mejor. Por ejemplo, el argentino quiere Argentina porque nació en Argentina, y
el francés quiere Francia porque allí nació. Por eso la identidad también está
en rechazar lo otro, que es la manera de adoptar su identidad. Entonces el
hombre busca su identidad en sus raíces, en lo que le tocó vivir, en sus
tradiciones sin pretender plantearse eso que llaman “ser yo”. El hombre se mide
en el otro y no en sí, adopta a otros como punto de referencia.
Yo pensaría que la identidad está constituida
por el nacimiento, la herencia y la interacción con el medio y en el cual se
despliega su personalidad. El entorno, que nosotros llamamos lo nacional, tendrá
un efecto directo o indirecto sobre el individuo ¿Qué pasa entonces con
Gombrowivz que nació, se crió y estudio en Polonia; pero después estudió en
Francia, vivió en Argentina y terminó por Alemania? Yo nunca lo vi como un
escritor argentino y su comportamiento no lo fue tampoco. En “Ferdydurke” él
escribe “El hombre depende de la imagen de sí mismo que se forma en el alma del
otro, aún si es el alma de un cretino”.
Yo conozco mal la obra de Gombrowicz porque a mí
me gustó siempre más el japonés Kawabata que dicen que robo el premio Nobel.
Kawabata portaba una identidad en su obra, había una cultura más específica y
más nacional lo que a mi sentido lo universalizaba con mayor vigencia. Yo
reconozco que cuando escribí el texto “La mujer alquilada” estoy muy
influenciado por su temática japonesa. El problema de la senilidad,
filosóficamente, está más avanzado en el oriente que en el occidente. En
occidente el suicidio en la vejez es una provocación. Gombrowicz construyó su
personalidad en una relación permanente adulto / adolescente. Pero eso no tiene
nada que ver con su identidad ni su ambigüedad. El rechazó lo serio y eso hizo
que su literatura se impregne así y él mismo se vuelva provocador y
escandaloso.
Los hombres sin identidad no dejan descendencia,
y en la modernidad de Gombrowicz paradójicamente no la hay; abrió un camino en
el que nadie se comprometió. Sí, se podría decir que Gadda con “El conocimiento
del dolor” hay un parecido y mismo Ralph Ellison con su novela “Invisible man”;
pero son más que nada de coincidencias que de afiliación a su literatura. Yo
leí muchas veces que tenía una personalidad conflictiva y posiblemente, me
digo, sería difícil ser amigo de él. Su literatura refleja esa falta de
adhesión a nada.
2- Teniendo en cuenta que ni la distancia
física asegura la autonomía estética necesaria para producir una mirada
extrañada que subvierta la regularidad de la nación, ni la presencia en el país
garantiza la pertenencia cultural capaz de establecer una relación de
contigüidad entre el texto y el conjunto de la literatura. ¿Qué determina
que uno sea un “escritor argentino”? Desde tu experiencia concreta, ¿qué ocurre
con la escritura cuando se la desplaza geográficamente? ¿A qué público se
dirige tu escritura desde la distancia?. Tus primeros trabajos son en
castellano. “País Chúcaro”, tu último libro, es bilingüe: ¿Qué te decidió a
hacerlo? ¿En qué público pensaste? Y, dentro de este panorama, qué lugar ocupa
Córdoba?
JCA: Pienso
que hay un enorme diferencia entre hablar de “escritor argentino” o una
“literatura argentina”. Escritores argentinos hay un montón en Argentina y
otros tantos por el mundo entero, pero eso no quiere decir que hagan una
literatura argentina. Es decir, que existan raíces literarias y tradicionales
de nuestro medio. Yo prefiero hablar de una literatura del Río de la Plata
porque en las temáticas con Uruguay no hay muchas diferencias puesto que
nuestros orígenes e influencias estuvieron y siguen muy ligados. También
nuestras problemáticas se mezclan fuertemente.
No pienso que el nacimiento de un autor otorgue
el rótulo de una identidad literaria. Pasa igual que la música ¿Es que a Gardel
podríamos dejar de considerarlo argentino porque nació en Francia? ¡Imposible!
Ni siquiera los franceses se atreverían hacerlo.
Al desplazarse geográficamente un autor lo único
que hace es ampliar su visión del país como del continente, pero su literatura
puede continuar a tener los matices nuestros. Allí esta el caso de Cortazar que
con todos los años que vivió en Francia su literatura no dejo de ser argentina.
Yo había publicado en Francia hace algunos años
un libro de poemas “Ambición de Existir” que era bilingue y que comercialmente
anduvo bien aquí en Francia porque circuló entre las escuelas como soporte del
español. Sabemos que no hay mercado comerciales para la poesía y que esos
libros no se venden en ninguna parte del mundo; lamentablemente, pero eso es la
realidad. Eso hizo que yo siempre tuviera admiración por las editoriales o los
grupos que empujan por la vigencia de la poesía. Cuando la Editorial Recovecos
me propuso publicar un libro mío de poemas me agarró desprevenido, saltando en
otra aventura, cuando ya estaba saliendo mi novela “Cuando los pájaros vuelan
en libertad”. Fue entonces que les propuse que lo hiciéramos bilingüe para
aprovechar el puente y tratar de utilizar el circuito de estudiantes aquí ya
que es la segunda lengua en el secundario y, como soy docente, muchos
profesores podrían incorporarlo a sus cursos.
Cuando me preguntan ¿cómo nació “País Chúcaro?
Yo respondo desde el azar y la urgencia. Pero es muy temprano para tirar
conclusiones y hay que darse los medios para que todo ande bien.
Entre mis defectos, tengo el de haberme sentido
siempre más cordobés que argentino, lo cual hizo que a menudo me tomen el pelo
mis amigos y aquí hasta dicen que hablo el francés con acento cordobés. Pero
mis lectores no están en Córdoba y hasta pienso que la crítica me es menos
favorable allá. Mis libros se venden más en La Pampa, en Mendoza y en la
provincia de Buenos Aires. Sin embargo, nunca perdí el acento de mi provincia
ni esa sensación de ser cordobés y muchos de mis relatos hablan de la
cotidianidad de Córdoba. Yo escribo, y no importa en qué idioma lo haga,
escuchando las canciones de Daniel Toro y de Aldo Monges.
3- ¿Cómo resolvés la experiencia traumática y
a la vez liberadora de la distancia geográfica? ¿Cómo se
compone su biblioteca, cuáles son tus libros de cabecera, por así decirlo?
¿Cuántos de estos son considerados familiares y cuáles ajenos a tu propia
cultura? ¿Se puede pensar en términos de “cultura argentina” vs. “cultura
europea”?
JCA: Es
difícil “resolver” el exilio porque no fue una opción. Si yo hubiera quitado
Argentina como inmigrante buscando nuevas perspectivas posiblemente lo hubiera
hecho para Italia o México. Se calcula que en Francia en aquella época había
3000 argentinos y solamente 900 con el estatuto de refugiado político. Yo
integro uno de esos 900 porque fue Naciones Unidas que me trajo aquí. El
refugio político es una situación especial donde debes dejar de lado tu origen
argentino, te mueves con una documentación diferente y un pasaporte azul de NU
que cuando lo veía alguna autoridad, de cualquier país, enseguida pensaban que
eras un terrorista, un tira bomba, alguien que llegaba a ese país para
enquilombar la vida a ellos, y muchas veces en las fronteras te retenían horas
enteras solamente porque tenías ese tipo de documentación y hasta hubo países
que me negaron la entrada. El exilio nunca fue dorado como se decía allá. Esas
son heridas duras a cicatrizar. Ahora si me preguntas ¿cómo se ve nuestro país
alejado geográficamente? Eso es diferente. Mientras más te alejas de un lugar
la visión es más global. Cuando piensas en el barrio donde vivías ves la
provincia, el país entero. Cuando quieres ver la provincia, sistemáticamente
ves el país, el continente latinoamericano entero. Esta visión global, sin que
uno mismo lo pretenda, nos va cambiando nuestra percepción de las cosas porque
se mezclan las culturas, las religiones, los sistemas políticos y sociales. Sin
lugar a dudas esto influencia también en la manera de escribir.
Mi biblioteca no está compuesta con escaparates
de libros como objetos culturales, es un mundo vivo que se modifica
permanentemente, porque yo creo que un libro no tiene propiedad privada sino
que pertenece al que lo quiera leer. Todos mis amigos pueden servirse en
libertad de mi biblioteca. Esta actitud frente al libro hace que siempre estén
llegando y saliendo libros que renuevan el espacio. Me ha sucedido que algunas
veces me han dado ganas de leer por segunda o tercera vez un título de mi
biblioteca y cuando fui a buscarlos ya no estaba más; entonces me mato de risa
diciéndome “carajo, otro tipo tuvo la misma idea que yo”. Cada vez que observo
que por un mismo libro pasa otro lector me pongo contento y soy feliz. Cada uno
fabrica su felicidad a su manera. La mía es en la cantidad de manos que puede
acariciar un libro. No son las manos que acarician los libros, son los libros
que lo hacen con las manos y hasta a veces las muerden despertándoles lágrimas
y rabias al que los toca.
Yo no tengo un gusto académico ni estructurado
de autores o de libros, más bien es heterogéneo. Hay libros que me marcaron
como “El señor presidente” de Miguel Angel Asturias, “La Divina comedia” de
Dante Alighieri, “La Biblia”, “El aleph” de Jorge Luis Borges, “Cien años de
soledad” de García Marquez , “Don Quijote de la mancha”, “La casa de las bellas
durmientes” de Yasunari Kawubata, o autores como Lord Bayron, Roberto Arlt,
Juan Gelman, Héctor Tizón, Juan Filloy,...
A menudo me preguntan en términos de “cultura
argentina” vs. “cultura europea” y me molesta pensar como si las dos “culturas”
fueran competitivas una contra lo otra. No olvidemos que Argentina es un país
de inmigraciones europeas y que se trajo muchos elementos de allá. La cultura
argentina esta totalmente salpicada de la cultura europea. Yo prefiero hablar
de escritores argentinos que han producido o producen una literatura
interesante, pero que no se podría decir que es verdaderamente nacional.
4-¿Quién necesita identidad? Me
gustaría saber qué te sugiere esta pregunta. Personalmente me gusta
mucho. Fijate que es fácil contestarla, pero muy incómodo ajustarse a la
respuesta. Pienso en El escritor argentino y la tradición, de
Borges, un texto que obliga a tomar postura. En el caso de Borges, sabido es
que el tono íntimo sirvió para escapar a la “fatalidad”. Me seduce lo que
propone Alain Pauls [ii]. Pauls advierte que en el intento de definición del “ser argentino”
corre aparejada una amenaza, cierta propensión peligrosa a la
autonaturalización y por ende a la generalización, al estereotipo.
Propone “alguna manera de pensarnos que olvide al Borges de El escritor argentino y la tradición. ¿Si fuera posible dejar ese
texto fuera de toda consideración, ¿Cuál pensás que sea la mejor opción?. A
propósito, recuerdo el famoso pedido de W. Gombrowicz:“Maten a
Borges”. ¿Qué cosas de Borges nos impiden pensarnos mejor?
JCA: El
problema de la identidad es muy fuerte para ciertos autores y entonces se lo
observa en su literatura, en su temática. No olvidemos que el escritor es ante
todo un ser humano que nació en alguna parte del mundo y depende de esta
relación que se planteará la problemática identitaria de su literatura. Borges
es universal y podría haber nacido en Suiza como en Inglaterra y su literatura
hubiera sido igualmente genial. Es un erudito de la construcción de la palabra
y cuando construye sus frases ¿quién se atrevería a decirle don Borges usted se
equivocó en la puntuación? El problema fue que él era parte de la elite
literaria de la burguesía argentina que miraba más Europa que el interior del
país. Pienso que es a ese Borges que Gombrowicz quería matar, sobre todo porque
Gombrowicz era un epidermista que escribía con las tripas mientras que Borges
lo hacía con la razón y el intelecto.
No lo he leído a Alain Pauls como para dar una
opinión sobre su pensamiento.
5- Releyendo Poéticas de la
distancia, adentro y afuera de la literatura argentina, me emociona leer el
tono que cunde en este librito. Espero que vos lo puedas conseguir allá. Sino,
yo te lo mando. (Avisá). Porque mucho de lo contenido en este libro, ya lo
discutimos juntos entre mates, cigarros y café, en París. Lo importante aquí es
que esta lectura sirva de detonador de algunas cuestiones que, como te dije al
principio, me interesan. En el caso de Tamara Kamensain[iii], que integra el libro
compilado por Silvia Molloy, el tono es el mismo que en el de Alain Pauls: se
siente más argentina en la medida en que más siente desintegrarse lo argentino.
(¡Es hermoso!). ¿A qué se debe esa manía nuestra de saber
qué somos, cómo somos? ¿Se puede definir algo así sin caer en esencias? ¿Cuál
es la productividad de encontrar una respuesta? ¿Notas una preocupación similar
en los europeos? En tu caso particular: ¿Qué es ser argentino? Recuerdo
una película argentina, Martín hache. Ahí, Fernando Luppi, que
encarna un cineasta radicado en Madrid si mal no recuerdo, dice que la patria
son los amigos, los afectos. Vos que llevás muchos años “afuera” ¿Cómo
describirías el sentido de pertenencia que te vincula a la Argentina?
¿Cómo definirías el “borde concreto”, esa línea que te permitiría decir acá yo
siento me reconozco, acá pertenezco? Puede ser un Barrio. Martín Kohan[iv], por ejemplo, afirma que “la
pertenencia, ese gusto por lo consabido empieza a perderse ya en las salas de
embarque de los aeropuertos”. Para este autor, las salas de espera y embarque
de los aeropuertos están lejos de ser esos no-lugares de los que habla Marc
Augé. Por el contrario, es allí, dice Kohan, donde empieza la lucha interior
del viajero a contramano, el desafío de inventar la repetición donde impera la
diferencia. Martín Kohan, que nunca salió de la Argentina más que por dos
días o dos meses, también, de manera irónica, dice que “quien se haya
embriagado de argentinidad en torno al obelisco en junio de 1978 y en torno a
la pirámide de Mayo en abril de 1982, precisa el resto de su vida para
desintoxicarse”. Y agrega: “y le queda para siempre un reflejo cauteloso, un
vade retro de prevención”.¿Alguna vez te intoxicaste de
argentinidad? ¿Concebís a la escritura como un modo de desintoxicarte o de
conjurar ciertas malas pasadas que el país jugó a la historia de uno? ¿El
sentido de una emigración depende de la manera en que se defina la pertenencia?
¿De qué cosas se puede emigrar? ¿De cuáles no se debe?
JCA: Si
puedes mandarme el libro “Poética de la distancias,...” sería muy lindo porque
aquí no lo puedo conseguir. Sin duda el problema de la “argentinidad” reflota
cuando uno está fuera del país con otros matices y basta que te ataquen el país
para que uno saque las uñas defendiéndolo y, muchas veces, con un nacionalismo
peligroso.
Yo que he vivido mi vida mitad en Argentina y la
otra mitad en Francia, tengo amigos y afectos en los dos países; sin embargo
nunca dejé de sentirme argentino ni siquiera nadie me escucho decir tengo dos
patrias. Tal vez es por eso que me negué siempre a sacar la doble nacionalidad
a pesar de los problemas que eso podía ocasionarme. Pero el hecho de que no
haya sacado la nacionalidad francesa no quiere decir que no quiera a Francia.
Quiero mucho a Francia, pero no es mi país porque yo soy argentino y me
gustaría morir en mi país. Cuando aquí me dicen que soy extranjero le respondo
con una sonrisa y encojo mis hombres como diciendo que no es mi culpa. Pero
cuando iba a la Argentina y me decían “el franchute” haciéndome sentir
extranjero, yo puedo asegurarte que era como recibir un puñetazo en mi
estómago. Por eso escribí el cuento “El extranjero” y por eso dejé de ir
durante 16 años esperando que alguien me dijera “Bueno loco, ya anduviste
demasiado por afuera regresa a tu casa”. Esta situación fue demasiada curiosa para
mí. La clase media argentina tiene el orgullo de mostrar sus dos brazos
diciendo “por este corre sangre española y por esta otra sangre italiana”.
Entonces no tendría que estar sorprendido cuando mis amigos de la clase media
me decían “quédate en Europa que se está mejor”. Es en este último viaje cuando
se ha comenzado a despertar una idea de lo nacional, de lo nuestro, de las
vivencias argentinas que me recibieron diferentemente. La argentinidad es un
problema político, social y económico.
Para mí escribir es un acto social y no puedo
olvidarme de eso cuando lo hago. Uno puede emigrar el cuerpo, pero no el alma
ni los sentimientos.
6- Revisando la publicación de “La peste”
en la revista Bohemia y Figura, integración literaria,
en 1983, y comparando este texto con “La peste”publicada en Desiderátum descubro
una re-escritura. Lo que estaba implícito en 1983, se hace mucho más explícito
en 1988 ¿A qué adjudicarías ese cambio de tono? La apertura democrática tiene
alguna incidencia en la explicitación del encuentro carnal entre las dos
mujeres?
JCA: Durante
los primeros años de la dictadura yo sentía como un cuchillo que me entraba en
el cuerpo cada vez que tomaba conciencia de la auto censura que se me producía
al escribir. Inclusive en el primer tiempo de mi exilio me costaba separarme de
esa actitud que se me había pegado a la piel. Es posible que el texto “La
peste” haya vivido ese proceso. Pero lo más posible es que no recuerdo las
cosas que he publicado porque no guardo nada. A mí no me gusta leer mis
escritos cuando los he terminado porque nunca estoy totalmente conforme con lo
que hice y a menudo termino agregando o quitándole cosas. Por eso considero que
mis textos están terminados recién cuando salen publicado, y eso tampoco quiere
decir que este conforme. La re escritura de “La peste” posiblemente tenga que
ver también con esa actitud de que mis textos nunca están finalizados y, cuando
me pidieron una colaboración, seguramente que al leer terminé re escribiéndolo
sin acordarme que ya estaba publicado. Ahora que vos me lo dices me doy cuenta
que tal vez fue publicado dos veces ese cuento.
7- Recorro tu obra y encuentro la
reiterada presencia de los pájaros, como si estos fueran el símbolo de una
constante lectura del mundo: anhelo de libertad. Su presencia es
funcional en los relatos al incorporarse en términos comparativos. Encontré
referencias a pájaros enjaulados (militantes reprimidos y encarcelados);
pájaros de mal agüero (amigos que descubren algo que no queremos ver); pájaros que
ostenta la libertad que el hombre anhela (aspiración a una libertad imposible);
etc. Curiosamente, releyendo el Martín Fierro (La Ida); las
comparaciones con el mundo natural tiene al pájaro como animal privilegiado que
le permite al gaucho hacer más claro su pensamiento: “Como el ave solitaria /
con el cantar se consuela; Mi gloria es vivir tan libre / como pájaro en el
cielo”; “Sosegao vivía en mi rancho / como pájaro en su nido”; “En fin, para no
echar panes / slimos por esas lomas / lo mismo que las palomas /al juir de
gavilanes”; etc. Pienso que en tu obra, las comparaciones, lo mismo que en
el Martín Fierro, pueden ser leídas como un fuerte vínculo con el
mundo de la naturaleza. El saber experiencial sobre el saber libresco, por un
lado. Por otro, el fuerte matiz provinciano que aparece en algunos personajes,
me permiten vincular lo urbano con el progreso, y lo provinciano con aquel
anhelo de libertad comprendido a pronta edad. ¿Qué hay de cierto en
esta lectura? ¿Hasta dónde el aspecto provinciano de los personajes que
funcionan como tu alter ego es una
reinvindicación del interior del interior, es decir, de lo que está dos veces
alejado del centro urbano? ¿Qué valor tiene en tu obra ese espacio?
JCA: Desde
siempre asocié los pájaros como sinónimo de libertad y estuve muy atraído por
eso. Recuerdo cuando era niño si había algo que me entristecía era ver algún
pájaro adentro de una jaula. Efectivamente era como enjaular la libertad.
Todavía recuerdo una frase de un poema que alguna vez supe publicar “¿dónde van
los pájaros cuando mueren / dónde?” En realidad los pájaros en el cielo
son eternos y la libertad debe ser así, eterna. Esta idea me persiguió desde
chico.
Como hombre no soy distinto del que escribe,
hasta mi literatura es oral. Cierto vez una chica me dijo que mientras leía un
libro mío, ella sentía como si yo le estuviera hablando a los oídos contándole
una historia. Es decir que hay un estado anímico en mí que viene nutrido desde
el interior de mí mismo y va con todo el provincialismo que arrastro. ¿Por qué
mi escritura tendría que ser diferente?
Ustedes los analistas literarios utilizan a
menudo la palabra “Alter ego” como un desdoblamiento de la personalidad o, en
el mejor de los casos, como la traducción literaria del latín “el otro yo” que
se desprendería de manera inconsciente. Yo no estoy muy de acuerdo con eso. La
alteridad que habita en los personajes de una escritura son conscientes: él es
él y yo soy yo. No somos intercambiables, somos únicos y diferentes, extraños y
ajenos el uno frente al otro. Todo nos separa, pero justamente eso que nos
separa es lo que nos acerca. Por supuesto, uno cuando escribe mete lo que tiene
en la historia o en los propios personajes y ¿qué es lo que tengo yo si no es
mi propia historia? Allí es dónde voy a hurgar en general, pero eso no quiere
decir que soy un historiador ni que en los personajes utilizo lo que me
gustaría ser. En general, escribo en primera persona mis novelas y mis cuentos,
pero eso es una cuestión de técnica para marcar mejor mi literatura oral y
llegar al lector. Seguramente, hay libro en lo que metí más cosas de mi vida
que en otras, fue el caso de la novela “El ladrón de campanas”.
8- En el relato breve Mr. Antonine
(1983) hay una fuerte crítica a la Francia individualista, consumista,
que abandona sus afectos. El suicidio del personaje pone una nota pesimista
sobre el sistema de vida europeo. Este cuento pone el acento sobre un
claro punto de vista que ya expresaras en una entrevista para Bohemia y
figura, decías: “la Europa de pos-guerra se reconstruyó sobre una
reedificación materialista y un pujante desarrollo económico, pero no se
reconstruyó al hombre como ser humano y, su resultado no podía ser otro que el
que se observa hoy en día: un fuerte individualismo, un consumismo casi escandalizante
y una especie de vacío cultural…”. Pienso que el suicidio es un tema
pocas veces tratado por tu poética. En un cuento tuyo inédito, La mujer
alquilada, vuelve a aparecer el tema pero el intento fallido de suicidio
tiene como personaje principal a la familia del anciano que finalmente lo
salva. De esta forma hay una especie de continuidad temática ¿La familia
latinoamericana sigue siendo preferible al individualismo europeo? ¿Qué valores
estarían presentes es una y otra cultura? Al mismo tiempo, pienso en la
actualidad de países como Estados Unidos, que planea crear una muralla para
parar la entrada de inmigrantes sudamericanos; en los incendios en París
perpetrados por esa masa de inmigrantes periféricos que no encuentran
lugar en una Francia desigual. Estos acontecimientos ¿obedecen a esa
reedificación materialista que vos denunciabas en los ochenta? ¿Abría algo que
te separa del francés medio?
JCA: Una de
las cosas que me impactó mucho cuando vine a Francia por primera vez, que esa
imagen de la Europa vieja, era terriblemente moderna. Además cuando veía los
documentales sobre la segunda guerra mundial donde todo estaba destruido y no
se veía nada de esa hecatombe. Comencé a observar que la reconstrucción había
sido magnifica, pero era una reconstrucción material porque la problemática del
ser humano continuaba y continua siendo diferente. De esta observación nació el
cuento “Mr. Antoin”, que efectivamente existió y con quien sabía charlar muchas
tardes. El capitalismo liberal que se aplicara después de la guerra destruyó al
ser humano en su esencia, en su relación social como familiar. El hombre se
transformó en un simple engranaje de producción y que después de ese periodo
productivo era dejado de lado por la propia sociedad.
Francia continua, hasta hoy en día, a buscar un
modelo de vida que pueda adaptarse como bienestar social, y la familia
latinoamericana es un elemento de observación para ellos porque nosotros
conservamos algunos valores como antídoto del liberalismo que ellos viven. Pero
también son conscientes que la globalización con su neo liberalismo está
modificando la estructura de la familia también en Latinoamérica.
“La mujer alquilada” tiene mucho que ver con esa
situación. La palabra suicidio no existe en mi diccionario personal, lo cual no
quiere decir que esté censurada. Yo pienso que tuvo unos ciertos elementos muy
personales. Uno fue el libro de Kawabata “La casa de las bellas durmientes” y,
el otro, una historia loca de pasión que yo venía de vivir. Muchas veces,
personas que pasan por mi vida me impactan y quedan registradas en mis afectos
y en mi memoria eternamente.
9- Sos un escritor que ha frecuentado los
géneros más importantes: poesía, teatro, novela y cuento. Sé que el teatro es
una actividad eminentemente destinada a Francia. ¿Qué razones hay allí para que
no publiques en Argentina tus obras teatrales? ¿Se trata de un problema
editorial o es que el génesis de éstas obras responden a la cotidianeidad
europea? ¿Cómo repartís tus temas e intereses según los géneros?
Releyendo los escritos críticos de Cortázar[v], encuentro que habla de
la novela como el género que corresponde a la actualidad. Bueno, eso lo escribe
en los cincuenta, pero da igual. La novela sigue siendo el género más
consumido. ¿A qué adjudicarías esta preferencia, esa visible preponderancia?
¿Qué puede la novela? En tu caso particular: ¿Qué te decide optar por la
novela? Julio Cortázar puede leer la Ilíada como
una novela, en tanto canta la cólera de Aquiles, los sucesos que ésta
traza. Pero, la novela actual se interesaría por las consecuencias de
esa cólera, y el por qué de esa cólera. Esto le permite pensar
a Cortázar que la novela, más allá de ser hija de la épica, es ante todo un
instrumento de conocimiento de la naturaleza del hombre. A la novela actual le
interesa qué suscita la cólera y el por qué. Al
indagar sobre la novela, Cortázar llega mucho más allá, al imaginar la muerte
de la novela, o de la literatura si querés. Imagina que la sociedad
revolucionada llegara a funcionar eficazmente. Entonces, la novela, en su rol
de oponerse a la realidad (porque se está en desacuerdo mostrando lo que ella
es o como debería ser) o bien, de escapar de esa realidad , ya no tendría
sentido. A veces pienso que me gusta la literatura porque la realidad es
imposible. Y sueño con el fin de la literatura gracias al triunfo de una
realidad más acorde a mis esperanzas. ¿Cómo definirías la literatura? ¿Qué rol
le asignás? ¿Se puede pensar la literatura como una forma de acción sobre el
mundo? ¿Colabora la literatura en achicar el abismo entre los hombres? Recuerdo
que Gombrowicz decía algo así como que los hombres tienen que recurrir a Dios,
y recorrer distancias infinitas cuando lo que cuenta es el espacio entre el
hombre y el hombre, tan solo medio metro.
JCA: Yo soy
tal vez un mal escritor o en todo caso no funciono como la mayoría de los
escritores que conozco. Ellos necesitan aislarse, crear su propio universo
físico para poder escribir, yo soy lo contrario, necesito estar conectado con
el mundo y la realidad que me rodea. Y si estoy solo escribo mirando la televisión
o escuchando la radio. Cuando hay gente en casa escribo charlando con ellos o
compartiendo un café y hasta les hago comentarios sobre las cosas que me
angustian o me hacen reír sobre lo que estoy escribiendo. Escribir es una
función social y comunicativa; entonces ¿por qué debo aislarme creando una
realidad paralela?
El otro problema que tengo es que cuando me
despierto y prendo la computadora no tengo la menor idea sobre lo que voy
hacer. Puedo trabajar en una novela, como puedo hacerlo en un cuento corto, en
una pieza de teatro o en un simple poema. Yo hurgo como el minero que busca la
veta, y cuando la encuentro sigo ese camino. A veces me lleva tiempo, otras
veces la encuentro enseguida, depende también el espíritu y el estado de animo
que tenga ese día. Así nacen mis escritos tan diversos. Pero donde me siento
más cómodo es en el cuento corto.
Cuando escribo no pienso en el mercado
comercial, escribir es un acto creativo, un combate entre la idea y el autor.
Borges lo había explicado muy bien a eso cuando escribió “El otro Borges”
En el acto de re escritura el instinto queda de lado para dar lugar al
razonamiento, al juzgamiento de lo efectuado. En realidad lo que más se vende
para las editoriales son los testimonios y las novelas, porque el público
necesita vivir historias que puedan ser símiles y al mismo tiempo
extraordinarias de lo que ellos sienten de sus propias vidas. Muchas veces
trato de ayudar a una editorial para que tenga una mayor distribución y venta;
pero no entro en el trabajo que les corresponde a ellos, a cada uno su
profesión. Para mí hay una diferencia grande entre el acto de escribir y el
libro propiamente dicho.
En la presentación, en La Pampa, de mi novela
“Cuando los pájaros vuelan en libertad”, supe explicar que el libro no es
solamente una simple acumulación de páginas paridas por la imaginación de un
escritor solitario. El libro es siempre un testimonio para romper silencios e
interpelar a otro sobre cualquiera de los temas que tocan a la sociedad: desde
el amor a la guerra, desde lo excepcional a lo cotidiano, desde los sueños a la
realidad, y no importa si el libro es íntimo o abierto. Escribir no es nunca
una actitud inocente.
La pregunta, que muchas veces me hago, es si la
literatura puede ser perturbadora. Posiblemente sí. La literatura va dirigida
al universo sensorial del cerebro y eso produce una modificación en el
imaginario del lector que va a modificar o a reafirmar ideas. O, en todo caso,
que lo lleva a soñar o a replantearse interrogantes. Pero que, de una manera u
otra, hay algo nuevo que se incorpora en el cerebro de la imaginación.
10- Necesito precisar la fecha de escritura
de Cuando los pájaros…, puesto que me decías que la publicás
en el 2006; la re-escribís en el 2005. Pero, encontré un dato en la contratapa
de Desiderátum. Acá, Cuando los pájaros… aparece entre
tus novelas inéditas. El dato me interesa porque, como vos sabés, estamos en un
proyecto de investigación sobre la literatura e identidad de Córdoba. Es
posible ingresar esta novela al corpus, siempre y cuando me afirmes que su
escritura data de la década del ochenta-noventa. Si paso algo parecido
con Ladrón de campanas, anotalo.
JCA: Ay,
ay, ay... ¿por qué tienes que meter el dedo dónde no se debe?... En tanto que
escritor fabrico mis libros como si fueran puzleres . A veces tengo títulos o
frases que me agradan y me gustan; entonces los conservo para ver donde los
pueden encajar. A veces esos títulos se pasean por varios originales hasta que
engancha en algunos. En un principio, yo tenía una trilogía de tres novelas que
partía con “El ladrón de campanas”, “El guardián de los vientos” y “Cuando los
pájaros vuelan en libertad” Los dos primeros originales salieron unidos
bajo el título de “El ladrón de campanas”. Entonces me quedó el título del segundo
que me dije que algún día lo utilizaré para otra cosa. El tercer de esos
manuscritos, que debe ser el que salió en “Desideratum” decidí quemarlo por
cuestiones personales, pero al título lo guardé para utilizarlo en otro
escrito. Cuando estaba escribiendo mi novela que al principio se llamaba
“Nadège” pensé que se adaptaba mejor “Cuando los pájaros vuelan en libertad” y
así fue.
La novela que fue publicada por la editorial
Espartaco no tiene nada que ver con la que figuraba en la cobertura de “Desiderátum
y otros cuentos” de la editorial Alción, si mal no recuerdo.
Lo mismo me sucedió con el título de mi último
libro de poemas “País Chúcaro” que lo tenía para un conjunto de cuentos, luego
pensé meterlo en una novela y terminó en el libro de poemas donde pensé que se
adaptaba más. Este título siempre estuvo atado con la dedicatoria y a dónde lo
probaba iban inseparables, porque esas dos cosas nacieron unidas como
hermanitos gemelos. Yo conservo siempre la imagen de una chica estudiante
curiosa de la vida y de la historia, que me impactó por su inteligencia y su
carácter, cuando le dije que ella se definiera, me respondió “soy chúcara”.
Delante de ella yo escribí en un papel “País chúcaro” y supe que iba a ser el
título de “algo” que yo publicaría.
En teatro me sucede lo mismo, cuando se
representó en París mi pieza “La leyenda de Huanca iris” yo no tenía tampoco el
título y lo saqué de un cuento que estaba escribiendo. Actualmente vengo de
terminar otra novela y le estoy probando algunos títulos como si fuera el
cuerpo de una manequín al que le prueban diferentes ropas.
[i] Mariotti,
Maximiliano. “El tanque de Zaratustra”. En: 10 de
Guerra. Emecé Editores. Bs. As. 1982. Pág. 149.
[ii] Se trata de un escritor joven de la literatura argentina, escribió una
obra llamada El pasado que obtuvo el premio Planeta.
Este escritor rescata un hecho curioso. Entre el ´60 y ´70 un fenómeno tiene
lugar en los cantantes de moda extranjeros: la mayoría, al ingresar a nuestro
mercado, adapta sus canciones al castellano. Piensa en Roberto Carlo, Nicola di
Bari, Ornella Vannoni, Gigliola Cinquetti, Salvatore Adamo. Se trata de una
translación, de una traducción casi universal, dice Pauls. Porque las mismas
canciones son tarareadas en Francia, Brazil, Argentina e Italia, por
ejemplo. La clave está en que la obviedad de las letras, la falta de
complejidad podríamos decir, que permite la cristalización transparente de lo
que es transparente, la canción romántica. Ahora, allí, Pauls subraya que
escuchar a un extranjero pronunciar el castellano le fascina porque transmitían
cierto matiz. Presiente que ese acento extranjero fundaba una
emoción que actuaba de un modo paradojal, a la vez en la proximidad y en la
distancia: “el acento producía emoción, sí, pero al mismo tiempo
designaba la emoción que producía y la lengua en la que intervenía”. Y,
lo más importante es que en el acento de esos extranjeros forzando
nuestra lengua ve el instrumento de una utopía: la de relacionarse
con la identidad de manera desviada, digamos evitando las totalizaciones.
Algo así como tomar partido por la argentinidad a través de un extranjero que
simula hablar la lengua de uno. Claro, el famoso distanciamiento brechteano.
Pero, no deja de tener valor este intento de utopía. Se necesita al otro para
saber quién soy, pero sin agresividad. Pauls, Alan. “El elogio del acento”. En:
Molloy, Silvia y Sidkind, Mariano. (Eds.) Poéticas de la distancia.
Adentro y afuera de la literatura argentina. Grupo Norma.
Bs. As .Septiembre, 2006
[iii] Kamenszain, Tamara. “El
getto de mi lengua”. Op. Cit.
[iv] Kohan, Martín. “La
emigración en ciernes”. Op. Cit.
[v] Cortázar,
Julio. “Situación de la novela”. En: Obra crítica.
Vol. 2. Edición de Jaime Alazraki. Bs. As. 2004.
(*) Juan Carlos
Alarcón es argentino. Vive en Francia, y ha publicado los libros “País Chúcaro”
(poemas, Recovecos, 2006); “Cuando los pájaros vuelan en libertad” (novela,
Espartaco, 2006); “El ladrón de campanas” (novela, Espartaco, 2004); entre
otros. Es autor y director de teatro, y en su haber se cuentan las obras “La
chica de la sonrisa de oro”, “La mujer del fin de semana”, La leyenda de Huanca
Iris”, “¿Ya 200 años?...¡Oh mierda!” y “El puerto del infierno”. Como
periodista dirige la revista bilingüe “Café Latino” de Francia.
He leído con mucho interés la entrevista y pude confirmar que refleja la forma de pensar y actuar más genuina de Juan Carlos. No se guardó nada de lo que tenía para decir. Casualmente o por alguna causa somos grandes amigos desde siempre y su estímulo ha sido valioso para mi producción literaria. Podría enumerar muchas de nuestras coincidencias que se reflejan en esta nota,solamente mencionaré algunas: el acto de escribir, cuándo se piensa en el lector, la decisión de publicar, ese impulso de escribir sin saber el género por donde enfilará el escrito. Su argentinidad no la abandonará nunca pero trabajó y trabajará con todo amor por el país que le dio asilo. Gracias Juan Carlos por esta apertura tan especial de tu verdadera personalidad. Gracias Fernando Blasco por destacar a nuestros artistas que aún andan por el mundo prodigando su cualidades.
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