lunes, 25 de abril de 2022

Dentro de poco sale en Francia una nueva novela mía; aquí las palabras de la profesora Gamba

 

Ilustración: Janne Torre Pivert


Me encantó “La Bella Romina” de Juan Carlos Alarcon. El autor ha elegido este relato de enigma para desarrollar su nueva novela “La Bella Romina”

El relato policial de enigma es un relato sobre una investigación que atañe al mundo privado, con algunos rasgos temáticos recurrentes: la limitación de los personajes sospechosos, el uso de la inteligencia  para la resolución del enigma, etc. El tono es informal y cínico, y crea una atmósfera en la que uno siente que está en la escena donde sucede la acción

No es fortuito que haya elegido a…como personaje principal, puesto que busca el arquetipo de hombre simple, ingenuo, fácil de persuadir, intuitivo más que deductivo, de  comportamientos inusuales que aparecen en ciertas situaciones, y de personalidad dependiente, aunque a veces, su alter ego le dicte lo contrario.

La idea de "intertexto” remite al recuerdo de los consejos de su padre, que han  conformado “lecturas” cruzadas  de toda una vida. Así estas referencias,  establecerán la referencialidad textual, contextual y la intertextual.

La caracterización de los personajes,en su totalidad, está centrada en la descripción de las características físicas, psíquicas y sociales que hacen que cada uno  tenga su propia identidad.

Estos personajes vienen de una sociedad en la que se esconden detrás de etiquetas para sobrevivir de un entorno amenazador. Aparecen, como motores de la acción, el desamor, la dificultad en las relaciones familiares y afectivas, las drogas, el poder del dinero, el éxito y el fracaso, la necesidad de huir, la corrupción, la búsqueda de empleo, el aburrimiento y la apatía de lo cotidiano. La sexualidad  se mueve en parámetros comportamentales personales, sin la supervisión de una censura política o religiosa que les obligue a pensar o a actuar de una forma determinada.

Todo eso es lo que parece que mueve a sus personajes y lo que les impulsa a cometer gestos de anónima heroicidad. Porque si bien no existen gestos heroicos, en el sentido clásico,  es posible encontrar en ellos actitudes valerosas, porque actuar desde la frustración y buscar el sentido de la existencia en un mundo donde la perplejidad y la desorientación dominan el ritmo de la vida, ya implica una cierta heroicidad. Se ven envueltos en una trama de persecución e intrigas que concluye volviendo al punto de partida, a una vida vulgar, a una cotidianeidad donde todos mienten. 

El personaje principal, se comporta como un detective sin licencia aunque se vanagloria de serlo, cuando una mujer fatal, con demasiados secretos, recurre a él para que busque a su marido,un empresario desaparecido, a cambio de una jugosa suma de dinero. La atracción que siente por ella, hace que sea incapaz de resistirse a la tentación de resolver el  misterio ; acepta y se deja llevar.

Lo irónico y cruel es que jamás llegará a ser una historia de amor, aunque “Petronio” por un tiempo, quijotescamente, lo crea

El ambiente donde se desarrollan los hechos está centrado en la ciudad de Córdoba, Argentina, y sus zonas más céntricas. En relación al anclaje con su tiempo, Juan Carlos Alarcón  es un escritor militante, que  muestra en sus novelas, a través de sus personajes principales, la participación activa que tuvo contra la dictadura en Argentina y hoy, con el latido de este momento histórico y cultural. Resaltan las contradicciones de nuestra época, que se caracterizan por desconfiar de los discursos de la realidad; tanto los que se producen desde los espacios oficiales como desde los de nuestra íntima cotidianidad.

Esta novela policial se convierte en significativa para los lectores, no sólo desde la intención declarada de entretenerlos en la búsqueda de una resolución subjetiva del conflicto, sino para que puedan indagar en los aspectos sociológicos , históricos e incluso  psicoanalíticos que la atraviesan.


Prof. Stella Maris Gamba.  

 


martes, 11 de mayo de 2021

Lectores de "ALLÁ"

 



Juan Pablo de Santa Rosa, La Pampa:


Hola amigo… Acabo de leer y disfrutar tu libro inmensamente. La familia Leiv Motiv del libro es hermosa… Me enamoré de ellos en tan pocas páginas.. Y muy rápido. 


Si bien esperaba que apareciera algo duro, confieso que el final me sorprendió. Llegó así de golpe, una sorpresa para la familia y para mí también: pero así fue la dictadura y sus coletazos tardíos. 


Mi familia sufrió todos los golpes, desde el 55 en adelante. Si bien yo era chico y mi hermana también, todos sufríamos las interrupciones de la democracia. Por distintos motivos lo echaban a papá de sus cargos técnicos y la vida se hacía más dura o triste, hasta que en la última también la echaron a mamá y allí ya éramos adultos todos y la vivimos con miedo y susto.


Volviendo a “Allá” Alguna vez hice un listado de recuerdos sobre la familia de mi primer compañera, la madre de mis tres hijos y te los quiero compartir. Me encantó el libro, felicitaciones. Muchas gracias, saludo y suerte.



Alicia Elena Agnes de Paraná, Entre Ríos. 


No tengo que hablarte de mi emoción por haber leído un libro en un día. Eso no me había pasado. Es aparte. Lo que sentí leyendo este libro, es que a medida que transcurrían los párrafos, en donde se describe detalladamente la familia, cómo se compone, sus costumbres, sus clásicos dichos, lo cotidiano y a la vez especial para el niño que relata; me produce una curiosidad, una necesidad, de saber el desenlace al final de cada capítulo. Y como no se produce, fui urgentemente a leer el siguiente. Y a la vez de disfrutar de la minuciosa descripción fui sospechando que había una historia contada, solapada y escondida del entendimiento inocente del niño. Ambas historias transcurren al unísono. Creo que manejaste inteligentemente mi atención. Y he disfrutado desde el principio al final. Te lo agradezco.




 Silvia Mouzo de Trelew, Chubut:


“Allá" es una colección de momentos entrañables que muestra la vida de una familia a través de la mirada inocente y traviesa de un niño, y que despierta recuerdos propios, porque muchas de esas situaciones parecen ser retazos de nuestra propia vida. Plenamente disfrutable, "Allá" nos lleva a ese territorio de infancia siempre añorado, pero que no puede desligarse de la realidad de nuestra historia.



Miriam Salazar, Buenos Aires:



Me encanto el libro, más que leerlo lo mire, porque es una descripción que pufff.....te permite ver las imágenes de los episodios cotidianos de tu vida.....nadie me saca de la cabeza que el niño que relata sos vos en la piel y los ojos de  tu nieto " el Terrorista".

Que importante es después de haberlo leído no saber diferenciar que hay de bibliográfico que de fantasía.... de todas maneras....esa es la forma de leerlo, haces que el lector tome la decisión de tomar partido en que es todo una fantasía o es todo una realidad....tal como la vida...

Fue suave...dulce, una novela que describe las costumbres de los argentinos en París...hasta en sus más mínimas cosas...

El Allá es un dolor íntimo, demostrado en todos tus personajes… se que para vos… nuestra argentina es y será siempre tu casa… por más que vivas… allá… en París

Va sin corrección ortográfica... hacía un montón que no escribía tanto!!!




Claudia Rosales, Buenos Aires:


Gracias por este libro. Más allá, la vida, la familia, la historia de un país. Me metí en la familia, estuve con ellos , conviví. Pusieron un plato más en la mesa para mí. Y la historia de nuestro país que se va acercando. Y vas necesitando saber más. Esa oposición (o no) entre lo cotidiano y lo más trágico que hemos vivido. Y mucha intriga y el deseo de algo, que sabés que puede terminar de una manera, finalice de otra forma. Con ese final que te deja estática. Y la libreta que te permite recuperar la historia más ALLÁ de la muerte.

Bueno, en fin...

Me encantó, me emocionó, me intrigó, me hizo recordar...



Carolina Ferreyra, Santa Fe:


El haber leído tu novela fue un placer, el haberme sentido parte de la historia me emociona… y esto último lo digo porque gracias a la calidad con la que describís cada situación, cada personaje, me hiciste sentir que estaba viviendo esta historia allí junto a ellos… pude sentir los aroma, así como también,  las emociones que atravesaban a  los personajes… Podría agregar, con una mirada cargada de subjetividades, que hasta le puse un rostro a cada personaje…

En cuanto al contexto histórico que se enmarca esta novela, puedo decir que le aporta una realidad que aunque no me tocó vivir, siempre estuvo latente a mí alrededor a través de relatos muy cercanos, además, como argentina la siento en las cicatrices y heridas que aún duelen…

Volviendo a la novela en sí, puedo decir que disfruté cada capítulo y que ese tajante final me dejó estupefacta.

Simplemente me encantó…




Carmen Passano, EEUU:


Allá... definición de tantas cosas, patria, familia, amigos, lo que dice tu novela muchísimas cosas en una palabra.

Los diálogos familiares, tan nuestros, las reuniones del domingo en casa de la abuela, los asados, las empanadas, los postres de las tías, todo en un lugar común de recuperar costumbres que quedaron lejos y lo queremos retener como se pueda, los hijos que algo conocen, los nietos, entre dos culturas, que solo saben de la familia de Allá - por los relatos del abuelo... Muy común en la familia que se formó en el exilio, si lo sabré yo!!! Y siempre la angustia que no termina, ni aún con la costumbre del otro país, la nostalgia metida en la piel, hasta el final. El deseo siempre latente de volver, como en mi cuento Volver, y el final imaginado o cierto, verídico para muchos de un trágico final. una novela estupenda, para todos los argentinos, para que no se olvide, el NUNCA MÁS, y para nosotros los que sufrimos el exilio en carne propia la emoción de reconocernos Todo escrito y expresado con tu sentido de buen humor, herencia cordobesa jajaj , que hace que la lectura sea amena y acapare hasta el final. Gracias por compartirla y que sigan los buenos escritores abrazo 




Stella Maris Gamba, La Pampa:



Pocas novelas refieren sobre la dictadura militar de Argentina como lo hace Juan Carlos Alarcón. Sólo unas llamadas telefónicas, un accidente y los comentarios a “soto voce” de la familia, nos trasladan a un tiempo pasado pero no olvidado sobre la historia dolorosa del exilio. De esta manera, la novela es, si tomamos palabras de Borges, “una extensión de la memoria y de la imaginación, y esto es muy importante porque qué sería de la identidad personal frente al hecho de que cada yo fuese su yo sin la memoria personal” .

Los miembros de una familia, como protagonistas, le bastan a Juan Carlos  para contar esta historia y, con un gran manejo del tiempo narrativo, inserta el contexto Francia-Argentina, Argentina-Francia, para definir la relación existente entre coyunturas del medio actual y del proceso militar anterior; y, para que la ingenuidad y la angustia jueguen como contrastes, convierte a un niño en cronista de los hechos que suceden en Francia para crear una relación directa entre el lector y el narrador, como si éste estuviese confesándose con el primero.

Veintitrés capítulos y un Epílogo conforman la novela. Cada capítulo tiene un epígrafe, el que resume metafóricamente el contenido. Pero estas frases de escritores famosos no hacen más que ampliar el pensamiento que el escritor tiene sobre el tema tratado. 

Es elogiable que haya podido construir mediante un lenguaje sin rebuscamientos idiomáticos, imágenes visuales tan nítidas para el lector. Los diálogos del abuelo con la nieta, en el patio, es de una plasticidad tan impactante que la dimensión referencial se combina con la dimensión del lenguaje visual como sistema modelizador: el tratamiento del espacio, contenido y representado, sobre todo en lo que a sus valores simbólicos se refiere. Mientras los otros personajes que conforman la familia minimizan estas conversaciones diarias, en el diálogo del abuelo y la joven nieta subyace el traspaso de la memoria de una generación a otra para que ésta última mantenga su memoria activa, para que el “nunca más” se conforme en un legado no negociable. El elemento que juega como elemento mágico es el mate, esa infusión que los argentinos comparten porque es parte de su identidad .

El tema de la novela es el fatalismo, es decir, la imposibilidad de escapar de su propio destino que se cumple. Porque el “Allá” aún guarda la intolerancia y el odio.

Una novela para leer entre líneas, porque sus silencios aún dicen más que las palabras.


jueves, 8 de abril de 2021

Anécdotas de Calchines



I - De mis anécdotas de Calchines:


El problema que uno tiene cuando ya es viejito es que pierde el sentido del espacio y, al caminar, se debe tener cuidado. Yo vivo en un pueblo, cuyo inconveniente es que las veredas son totalmente desniveladas, por eso cuando debía cruzar la calle para ir al único cajero, me detuve un tiempo largo calculando la distancia que había entre el cordón y la calle. De pronto el policía que cuidaba el banco, al lado del cajero, se me acercó cruzando la calle. Por supuesto cuando lo vi yo levanté mis brazos y grité:

- Soy buenito e inocente!

El policía se sorprendió, pero terminó respondiéndome:

- Cállese la boca y deme el brazo que lo ayudó a cruzar la calle. 




II  Anécdotas de Calchines.


Calchines es un pueblo rural donde todos se conocen, donde todos se saludan. Mi sobrino, Tavi, que trabaja en el campo, siempre traía a casa verduras de todo tipo: zanahorias, zapallitos, ensaladas... A lo que yo siempre respondía.

- No me gustan las verduras!… No lo dejen entrar más al Tavi a casa. Yo lo único que como son las papas.

Al día siguiente, mi sobrino caía con calabazas y yo repetía lo mismo, no me gustan las calabazas, yo como solamente papas.

Así iban pasando las semanas hasta que un día entro sin nada y dijo que necesitaba ayuda. Y, como a mi me gusta reflexionar, me dije: Sonamos, es periodo de berenjenas y salí corriendo para el fondo a esconderme. Pero al rato apareció con su hermana, la Caro, y riéndose comento:

- Tío, a vos te gustan las papas? Bueno, esta vez te traje papas.

10 bolsas bajo del camión para que no lo jodiera más. Durante un mes estuve desayunando, almorzando, merendando y cenando papas fritas, papas al horno, ensaladas de papa, hasta papas con dulce de leche termine comiendo.

Ahora, cuando hago un pollo con media papa al horno, me acuerdo siempre de eso.




III - Anécdotas de Calchines:


Lisbeth, la hija de la Caro, que viene de cumplir 15 años, se aprovecha del anciano de su tío abuelo. El otro día me dijo:

- Tío, todavía me debes 100 pesos.

- Ahh!… Cua… De qué?

- De cuando yo tenía el restaurante, y se mató de risa.

Hoy los chicos no tienen piedad de los viejitos. Recuerdo cuando Lisbeth tenía 6 años, en el patio de la casa había instalado una cocina y cuando yo me sentaba debajo del árbol de mandarinas para fumar y leer un libro, ella venía corriendo, ponía una mesita delante mio y preguntaba: Qué querés comer, tío? En general, yo le pasaba el mismo pedido: Un buen café, un par de tostados y un jugo de naranja.

Al rato volvió con una tacita de plástico con el café, que era agua con barro, en un platito con sus cubiertos me traía los sándwiches tostados que eran diferentes hojas del suelo y un vasito con agua coloreada. Entonces, hacia la cuenta y me decía un monto. Yo le respondí que en ese momento no tenía dinero, si me podía dar crédito.

- Tío, no hay problema; entonces sacaba de su carterita unos papelitos de colores, cada uno con el nombre de sus clientes, buscaba el mío y anotaba el crédito que me estaba dando.


Parece que ahora, a los 15 años, ella encontró esos papelitos y sentándose frente mio lo puso sobre la mesa y seriamente me largo:

- Tío, todavía me debes 100 pesos




IV - Anécdotas de Calchines:


Cuando regresaba a casa, yo lo hacía por la otra calle paralela, la de los muertos como solía llamarla; también era una calle de tierra que pasa al costado del cementerio del pueblo. Es mi paso predilecto porque las veredas están llenas de árboles de moras: entonces aprovecho y con solo estirar los brazos recojo y me pongo a comer. Sólo que en vez de comer las moras de a una las trago de puñados hasta que no doy más y allí continuó tranquilo para cruzar la ruta volviendo a casa.

Un día apareció la María José Vergara y cuando me vio colgado a las ramas de uno de los árboles de moras pegó un grito: Juan, pare de comer que después andará con dolores de estómago! 

- No importa, cuando llegue a casa le pido a mi prima Luly que me cure el empacho!




V - Anécdotas de Calchines:


En la esquina de la plaza hay un negocio que no se como se llama, pero sí la dueña, Silvia, que me puso la mercadería que compre en una bolsa y cuando salí empecé a dudar, si volver directamente a casa o entrar en la heladería del lado. Decidí comprar como dos kilos de helado surtido porque nunca se las preferencias en casa. En una mano llevaba la bolsa que me había dado Silvia y, en la otra,  el bastón con que me apoyo más la bolsa con helados. Se me cayó la bolsa con el bastón y cuando me agaché para recogerla se me cayó al piso la otra bolsa de plástico desparramándose la mercadería. Allí apareció corriendo la Caro que no me deja andar solo. Entonces le dije:

- Crees que soy tan inútil que no puedo llevar solo estas cosas? 

Ella  recogió las dos bolsas.

- Tío, nunca fuiste capaz de hacer dos cosas a la vez, ni siquiera podes cruzar la calle masticando al mismo tiempo un chicle; y se mató de risa.




VI - Anécdotas de Calchines:


Para poder reciclar cualquier cosa se necesita ser creativo, Siempre lo pensé. 

Resulta que me había quedado solo porque todos se habían ido al pueblo hacer compras. Cocinar siempre me atrajo; entonces hurgué en algunos estantes y lo único que encontré fue azúcar, un frasco de vainilla y bicarbonato; en la heladera la leche nunca faltaba. 

- Perfecto, me dije. Voy hacer dulce de leche ! 

Tuve un pequeño problema, se pegó y se quemó tanto que tuve que tirar la olla a la basura porque ya no serviría más. Bueno, en realidad decidí reciclarla y la dejé en el patio, al lado de un árbol. De esa manera se reciclaba en cenicero y, de paso, no me tirarían las orejas por arrojar las colillas por cualquier lado.

Esa tarde cuando hicieron tortas fritas, vi que habían pasado también por el supermercado El Kapote y el Emilio le había encajado un pote de dulce de leche porque sabía que era mi confitura preferida.

Todos contentos, mis sobrinas no gritarían más por los puchos tirados en el patio y yo volvería atragantarme con tortas fritas y dulce de leche. 

Claro que el olor a quemado en la cocina quedó impregnado por varios días. Yo sonreía, y pensaba en lo que a menudo decía: ¡la vida no es siempre perfecta!




VII - Anécdotas de Calchines:


Mi sobrina me dijo; Norita, tiene un amigo imaginario. Norita es la hija de mi otra sobrina, la Lici.

- Cuál es el problema?

- Que juega, le habla y a veces hasta se pelea y se enoja.

Yo sonreí y le respondí: No es imaginario, para ella es real y es por eso que con su amigo imaginario puede hablar, ser feliz e igualmente sufrir cuando pelean. 

Me quedé pensando un rato: ¿Quién mejor que yo para entender a Norita? Yo que tengo novias imaginarias, que las quiero hasta la locura, que me hacen reír con sus historias y estremecerme todo cuando me besan. Mas de una vez he terminado llorando cuando se iban con otro. Natividad, mi hija, que es psicóloga, un día supo decirme: Lo imaginario también es real, es como el alma que uno no la ve, pero que te sacude entero en muchos momentos de la vida.



miércoles, 17 de febrero de 2021

Lo que dijo Stella Maris Gamba de mi novela “ALLÁ” (*)

 

ALLÁ
Pocas novelas refieren sobre la dictadura militar de Argentina como lo hace Juan Carlos Alarcón. Sólo unas llamadas telefónicas, un accidente y los comentarios a “sotto voce” de la familia, nos trasladan a un tiempo pasado pero no olvidado sobre la historia dolorosa del exilio. De esta manera, la novela es, si tomamos palabras de Borges, “una extensión de la memoria y de la imaginación, y esto es muy importante porque qué sería de la identidad personal frente al hecho de que cada yo fuese su yo sin la memoria personal”.
Los miembros de una familia, como protagonistas, le bastan a Juan Carlos  para contar esta historia y, con un gran manejo del tiempo narrativo, inserta el contexto Francia-Argentina, Argentina-Francia, para definir la relación existente entre coyunturas del medio actual y del proceso militar anterior; y, para que la ingenuidad y la angustia jueguen como contrastes, convierte a un niño en cronista de los hechos que suceden en Francia para crear una relación directa entre el lector y el narrador, como si éste estuviese confesándose con el primero.
Veintitrés capítulos y un Epílogo conforman la novela. Cada capítulo tiene un epígrafe, el que resume metafóricamente el contenido. Pero estas frases de escritores famosos no hacen más que ampliar el pensamiento que el escritor tiene sobre el tema tratado.

Es elogiable que haya podido construir mediante un lenguaje sin rebuscamientos idiomáticos, imágenes visuales tan nítidas para el lector. Los diálogos del abuelo con la nieta, en el patio, es de una plasticidad tan impactante que la dimensión referencial se combina con la dimensión del lenguaje visual como sistema modelizador: el tratamiento del espacio, contenido y representado, sobre todo en lo que a sus valores s
imbólicos se refiere. Mientras los otros personajes que conforman la familia minimizan estas conversaciones diarias, en el diálogo del abuelo y la joven nieta subyace el traspaso de la memoria de una generación a otra para que ésta última mantenga su memoria activa, para que el “nunca más” se conforme en un legado no negociable. El elemento que juega como elemento mágico es el mate, esa infusión que los argentinos comparten porque es parte de su identidad.
El tema de la novela es el fatalismo, es decir, la imposibilidad de escapar de su propio destino que se cumple. Porque el “Allá” aún guarda la intolerancia y el odio.
Una novela para leer entre líneas, porque sus silencios aún dicen más que las palabras.


(*) Profesora de lengua y literatura
fue Directora de Cultura de la Provincia de La Pampa
Escritora

 

lunes, 11 de enero de 2021

POR QUE NO ME GUSTA VAN GOGH


Por Juan Carlos Alarcón

 

Yo que apenas soy especialista de la holgazanería y que durante el verano voy a visitar los museos para dormir la siesta evitando así de sufrir demasiado del calor, a menudo me encuentro delante de los cuadros de Van Gogh (calendario turístico obliga) y, debo reconocer que se me despierta el instinto de subdesarrollado que no me permite todavía comprender la mundialización del arte.

 

¿Quién era ese colorado que revolucionó el mundo de la pintura después de su muerte y que su vida fue tan trajinada como su propia locura? En realidad el pobre no estaba loco ¡estaba chiflado! más aturdido de la vida que una oveja que entra al frigorífico un día festivo.

 

Si en vida el colorado Vincent no tuvo mucha suerte con su pintura, se puede decir que tampoco la tuvo con las mujeres. El pobre colorado pasaba de una decepción amorosa a otra. En definitiva, cabeza de zanahoria forjó su carácter con esos elementos y con un misticismos tan exaltado como sus propios tormentos, porque si existía un tipo atormentado en la vida no podía ser otro que el chiflado de Van Gogh.

 

Ya adolescente, el colorado había sido mordido por el virus del vagabundeo y por un anhelo epidérmico de ser pastor protestante como su padre: ¡Pastor, qué ocurrencia!... Y, haciéndose pasar por pastor en las minas de Bélgica descubrió la miseria humana, la explotación y la muerte de todas las esperanzas del ser humano. Entonces, él dudó de su misticismo religioso y se puso a dibujar como loco ¡como loco que ya era!

 

Pícaro este Vincent. El era holgazán, no le gustaba trabajar como a todo el mundo. Acaso hasta pudo haber sido escritor porque, durante su existencia, le escribió a su hermano querido Théo ¡más de 700 cartas! Aún cuando en general eran para pedirle dinero. En esas cartas también habla de pintura: de su pintura, de su búsqueda estética, de su gusto por el clasicismo y de sus obsesiones. ¡Y, por Dios que él tenía obsesiones, suficientes como para alimentar a todos los aprendices psicólogos de varias generaciones!.

 

Vincent se instaló en Inglaterra en 1876 como ayudante de un verdadero pastor; pero las autoridades eclesiásticas continuaron a oponerse y le rechazaron su sueño de Pastor. Y siendo honesto, entre nosotros ¡no estaban muy errados! De todas maneras el loco colorado no llegaba a radicarse mucho tiempo en un mismo lugar.

 

En Amsterdam él agregó a su vida el alcohol y se volvió un alcóholico de primera que deambulaba arrastrando también su carácter fuerte, porque el colorado, aparte de ser chiflado, tenía un carácter podrido. Sin embargo, la lucidez de ese loco era de saber que estaba repiantado, que era violento y terriblemente depresivo. Y, acariciando su barba colorada, él sintió una vez más que su vida era un infierno y que se deterioraba rápidamente. Pero, más sentía la demencia que lo cercaba, más se ataba a su condición de artista para tratar de sobrevivir de su infierno. Y su producción aumentó enormemente para la felicidad de esos que hoy especulan con el valor de sus cuadros y que hacen de su demencia enloquecer los índices de la bolsa de comercio.

 

Taciturno, solitario e insociable, el colorado instaló de nuevo sus valijas en la casa paternal y se enamoró esta vez como un adolescente de su prima. El amor es ciego y no estúpido. Su prima lo comprende rápidamente y terminó por cerrarle la puerta en la nariz. Ella no quiere recibirlo en sus brazos ¡y tiene razón!. Entonces el colorado Vincent trató de apagar otra vez más su ardor incomprendido en el alcohol y en el barrio de las prostitutas. Pero, tanto va el cántaro a la fuente que termina rompiéndose y terminó enamorándose de una de las putas. El pobre Vincent nunca tuvo suerte con las mujeres ¿por qué iba a ser diferente con una prostituta? Ella se burla de ese colorado alcohólico y chiflado que deambulaba por las calles y que pintaba como un obsesivo. Sin embargo, es necesario decirlo, en esa época sus dibujos eran mediocres y él también lo sabía. Por eso le pide consejos a Mauve que es pintor y profesor. Mauve es quien le va hacer descubrir todos los secretos y misterios de la pintura. De regreso a la casa de su padre en 1884, el colorado pintó “Les mangeurs des pommes de terre” y, a partir de ese momento, se dedicará exclusivamente a la pintura.

 

Es difícil hablar del colorado sin hablar de su hermano Théo, que lo ayudó económicamente toda su vida y entre ellos, hay que reconocerlo, hubo una relación muy particular. ¿Es que Théo lo ayudó porque creía en la pintura del colorado o simplemente porque Vincent estaba chiflado? Todavía se aceptan las apuestas para ver quién determina eso con precisión. No importa lo que fuera, el colorado Vincent que pasó su vida haciendo retratos de todos: del padre Tanguy, del doctor Rey, de Millet, de la mujer de Ginoux, de la familia completa de Ravoux, etc., etc. Pero, hecho curioso, nunca pintó un solo retrato de su hermano querido. ¡Sigamos apostando!...

 

No se puede pensar que Théo era ingenuo. El conocía bien el mundo del arte puesto que era propietario y comerciante de una galería de arte. El no creía en el colorado como artista y utilizaba sus cuadros para hacer regalos a los amigos sin gastar un peso. Eso fue lo que sucedió con la acuarela “Les Toits” que en 1990 se vendiera a 27 millones de dólares ¡Qué dolor para los descendientes de Théo!...

 

En 1886 París estaba en plena efervescencia. Se discutía de arte moderno por todos los rincones; pero al colorado no le gustaba discutir, él adoraba la soledad y soñaba con irse a la región del Midi francés. Y dos años más tarde se instaló en Arles, la región francesa más japonesa, dirá él mismo en sus cartas. Al principio pareció haber encontrado una tranquilidad espiritual; pero poco a poco los demonios volvieron a danzar en su cabeza y se hacían un festival con las depresiones y el carácter del pobre colorado. Sin embargo él trataba de comprenderse, de comprender las cosas que pasaban en su cabeza y allí pintó su autorretrato ¡40 veces!... como si él tuviera necesidad de observarse, de descubrir cada uno de sus sentimientos malsanos.

 

De pronto un día la luz se prendió en el infierno de su vida y le vino la idea de realizar un proyecto, el primer proyecto serio de su vida: crear una granja artística. Era un proyecto simpático que hoy, tal vez, hubiera contado con el apoyo de las autoridades y de la dirección de cultura.

 

El colorado discutió por correspondencia esa idea con su hermano Théo. Esta idea la tiene a pecho y cuando llega Gauguin a la ciudad de Arles, el colorado piensa que su proyecto puede concretizarse ¡Gauguin es amigo de Théo! Pero pobre colorado, aparte de chiflado era incrédulo.

 

¿Por qué Gauguin fue a visitarlo? El también tenía un carácter fuerte y apasionado, y, a diferencia de Van Gogh, Gauguin vivia bien su época tanto como artista que personalmente. Sus cuadros se venden mucho y está triunfando económicamente. Además Gauguin ya abandonó el impresionismo. Ellos son el día y la noche, y los dos son sectarios y totalitarios en sus pensamientos, en sus posiciones sobre la pintura, sobre sus técnicas y sobre sus maneras de encarar la vida. Todo lo separa.

 

En diciembre de 1988 la ciudad de Arles se prepara para festejar Navidad y los habitantes continúan a escuchar las fuertes disputas de esos dos artistas: uno más loco que el otro. Pero en esa época no había mediadores sociales para reglamentar cívicamente sus problemas estéticos. Entonces el colorado tomó una sevillana de afeitar y en ese momento quiere matar a su amigo que no es tan amigo. Pero a Gauguin el miedo le dio alas en los pies y corre mas rápido que una liebre. ¿Van Gogh ha perdido la razón? ¡No... él fue siempre loco y violento!...  Entonces como no logró alcanzar a Guguin, el colorado muerto de rabia y de impotencia descargó todos sus sentimientos contra sí mismo y se cortó su propia oreja. Su suicidio dos años más tarde en Auvers sur Oise no debió ser extraño para nadie que lo conociera un poquito. 36 horas de agonía “Es inútil, mi tristeza restara siempre” le dirá a su hermano antes de morir en sus brazos.

 

Es en todo eso que yo pienso cada vez que estoy frente a un cuadro del colorado Van Gogh y eso arruina mi siesta y la belleza estética de su pintura. ¡Mala suerte!...

 

 

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Reconstruyendo el tiempo

 

Carajo, se murió el Daniel Salzano (*)

por Juan Carlos Alarcón

 

Nuestras dos familias eran de barrio Pueyrredón, de la calle Charcas; pero nos separaba la Avenida Patria que era una frontera peligrosa para ambos lados. Además, Daniel era de familia fanática radical y yo de familia peronista, fanática.

Recuerdo que un día le dije: nunca me saludaste, ni siquiera a la salida del cine del colegio Robles. Entonces me miró y largó una carcajada respondiendo:“Cómo te iba a dar bola si vos eras un pendejo?” Tenia razón, 5 o 6 años es una enormidad cuando uno es chico. Yo era un pendejo y él era viejo.

Pienso, que nosotros nunca fuimos amigos, aunque hubo periodos que nos frecuentábamos seguido y varias veces comíamos en familia ya que Cristina, su mujer, era también muy amiga de mi esposa. Ellas se conocían desde adolescentes.

Por aquella época muchas veces yo pasaba a buscarlo por la redacción del diario La Voz del Interior y nos cruzábamos al bar del frente a tomar cafés. Cuando yo me largué con la aventura de hacer una película, como no podía ser de otra manera, él fue uno de los primeros en hacerme una entrevista.

El día que se casó con Cristina nos habían invitado y fuimos con mi mujer. Fue el casamiento más original que asistí hasta el día de hoy. Había docenas y docenas de quesos diferentes, de todo tipo y gustos haciendo juego con panecillos también de todo tipo sobre mesas de distintos niveles y una decoración teatral. En realidad parecía la escenografía de una pieza de teatro donde los invitados eramos los actores. Algún tiempo después nos encontrábamos en el bar Unión y me dijo “No me digas que la fiesta de mi casamiento no fue linda?” Yo le respondí: Espero que nunca más te vuelvas a casar porque me recagué de hambre, los quesos a mi nunca me gustaron. Capaz que siguió mi consejo porque nunca se separó de Cristina.

Hay algo que tengo que reconocer, siempre me gustó su manera de escribir y hasta influenció en la mía. Lo supe un día cuando yo venía de borronear un poema donde había una frase “Traficante de luna / que lleva una herida en la sangre...” Allí pensé : Carajo, esto también es de Salzano. El era diabético, insulino-dependiente y varias veces yo lo había visto pincharse.

Su primer libro de poema “Oh beibi” me encantó, era una oda al cine. Pero cuando después publicó "Versos que escribí para que tocara Jelly” me marcó a tal punto que muchos más tarde cuando yo publiqué “País Chúcaro” (Ed. Recovecos) le dediqué el poema 16.


La ultima vez que tomamos un café fue unos años antes de morir. Nos encontramos por casualidad. Yo iba caminando por la Av. General Paz y él salia  del edificio de los gallegos, La Casa de España. Yo no lo había visto y siento que desde atrás me dice : “Ya no saludas cordobés trucho?”

Hablamos un poco de nuestras respectivas familias, por supuesto mucho de cine y me dijo que había leído mi novela “Cuando los pájaros vuelan en libertad” y que yo no había dejado de admirar a Víctor Stasyzyn, que había sido su jefe cuando él escribía en la página de espectáculo de La Voz. Yo sonreí y estuve a punto de contarle un secreto: No, lo que quiero, es escribir como Daniel Salzano; pero ese secreto ni en pedo se lo confesaría porque nosotros no éramos amigos.

 

 

Poema 16 (a Daniel Salzano)

 

Alguna vez, caminé Rivadavia arriba

examinando los jardines del mercado de abasto

escupiendo nicotina

discutiendo política con viejas prostitutas.

Algunas veces, he esperado la mañana

despeinando madrugadas,

he bebido elixir de vida desde el fondo de una copa

mientras una serenata se escapaba por la ventana

del hotel Walford

y, más tarde, en el bar Claudia

al primer trasnochado que bebía café con sacarina

le pregunté por Daniel

y me respondió:

le está escribiendo a Jelly.

 

“País Chucaro” (Ed. Recovecos; Cba)

(*) publicado en el blog de Radio Bumerang Argentina, 2014.  El 24 de diciembre moría uno de los grandes poetas de Córdoba, Argentina.

 

 

miércoles, 2 de diciembre de 2020

El misterio de un pancho



Hay misterios que quedaran misterios toda la vida. La noche estaba fría, pocas ganas de cocinar, poca mercadería en la heladera. Bueno, un pancho con dos salchichas, mayonesa y un resto de chips triturado. Cuando voy a la Argentina, por todos los lugares que paso trato de comer un pancho gigante para ver las diferencia regionales.

Aquí en Francia no es el mismo pan, el hot-dog no es el pancho; pero, bueno “es lo que hay” diría mi sobrina Caro cuando me hacia comer tres veces por semana polenta con queso.

Miré el pancho para ver por donde lo atacaba. Asociación de idea?... Recuerdos que a veces brotan como vertientes?... Lo cierto fue que pensé en un día que llegué a la Argentina. Por ese entonces Alfonsin ya era Presidente y nosotros, los prohibidos, ya podíamos visitar la familia y los amigos. El camino era simple, de Ezeiza a Retiro y de Retiro en colectivo hasta Paraná. Así comenzaba mi peregrinaje, después por todo el país.

Recuerdo que estaba en Retiro y debía esperar un par de horas mi colectivo, y me senté en los andenes, desde donde salen los vehículos para todo el país. Una mujer policía se paseaba de una punta a la otra controlando las incivilidades que pudieran ocasionarse. A pesar que vi el piso lleno de colillas de cigarrillos, me acerqué a la mujer policía y le pregunté si allí se podía fumar, quien me miro de los pies a la cabeza y me respondió: No, poder no se puede, pero esta consentido. Yo fumé mi cigarrillo tranquilamente cuando veo que adentro había un quiosco que vendía panchos gigantes. Ni dudarlo, entré me compré uno con una gaseosa y volví afuera donde había dejado mi valija.

Yo estaba saboreando mi pacho cuando la mujer policía se me acercó y me dijo: “Señor Alarcón, no creo que este sea un buen lugar para esperar su transporte; seria mejor que buscara otra forma de desplazarse” Y siguió caminando.

Acostumbrado al pasado, todo mi cuerpo se tensó de golpe. Acaso fue el instinto, que se despertaba muchas veces en época de la dictadura y sin haber terminado de comer, arrojé los restos adentro de un tacho de basura y salí de la Terminal de Ómnibus; tomé un taxi hasta Aeroparque donde saqué pasaje en el primer avión que salia para algún lugar conocido. Llegué a Pajas Blancas, en Córdoba; nuevo taxi a la Terminal de Ómnibus local y allí tomé el colectivo que iba a Paraná.

Nunca supe por qué la mujer policía me pidió salir de Retiro. Podría imaginar que ella vio las etiquetas pegada a mi valija y se dio cuanta que yo venia del extranjero; podría... Pero cómo es que sabia mi apellido? Porque fue por mi apellido que ella se dirigió a mi. Es un misterio que jamas pude descifrar.