Siempre pensé que Hugo Bastos era uno de los grandes artistas plásticos
argentino que dio mi generación. Además tenia un humor de siete suelas, diría
el Chito Zeballos un amigo común folclorista.
Cuánto hace que nos conocíamos con el Corcho? Ese era el sobrenombre con el
cual lo identificamos a Hugo Bastos. No me acuerdo, pero ya en el 1968 él había
dibujado mi retrato que no hace mucho utilicé como tapa de un libro mio en
español “Any Lorac punto com”, Signo Vital; Ediciones Digitales.
Recuerdo que largamos juntos el secundario en la escuela de Bellas Artes
“Figueroa Alcorta” y si bien teníamos diferencias políticas de las cuales casi
no hablábamos nos unía el amor por la música folclórica, la poesía, el dibujo y
las ganas de morderle el codo a la vida.
En aquella época nos juntábamos casi todos los fines de semana en su casa para crear de todo un poco: Los dos tocábamos la guitarra, los dos escribíamos poesía, los dos dibujábamos, pero el Corcho se inclinaba mas hacia el grabado mostrando su futuro como artista plástico y yo escribiendo historias que todavía nadie leía. Por supuesto, su primera exposición la tendría que hacer conmigo “Poemas ilustrados” en la galería Avant Garde y de allí saltamos a Mar Chiquita con los mismo cuadros, mis poesías y sus dibujos. No hace mucho nos reíamos recordando esa exposición porque el Hugo comentaba, que fue la exposición mas descansada que tuvo ya que fue realizada en una sala de la intendencia de Miramar y no nos permitieron poner clavos en las paredes para colgar nuestras obras y tuvimos que poner los cuadros sobre sillas apoyadas a los muros.
Todavía recuerdo a su mamá que mientras nosotros “trabajábamos” ella nos
traía sándwiches y una jarra con jugo. Por ese entonces apareció Teresa y se
notaba que estaba enamorado porque siempre me hablaba de ella.
La vida nos fue separando porque yo tenia una doble vida: una pública y
otra mas oculta como militante peronista. Recuerdo un día que me metieron preso
el Corcho me hizo llegar un mensaje preguntándome cómo me podía ayudar. Le
respondí que si me quería un poco no se metiera conmigo para que él no tuviese
problemas. Eran épocas difíciles y él no las entendía muy bien. Sin embargo;
cada que podíamos, yo iba a su nueva casa porque ya se había casado con Teresa.
Con los años yo aterricé en Brasil, luego en Francia como exiliado
político. Pero nunca cortamos nuestra amistad, siempre que pasé por Córdoba fui
a visitarlo a su casa o por su taller de dibujos en el centro de la ciudad
donde tomábamos un vino y un par de empanadas.
Hace algunos años nos encontramos en el FB y, mas tarde, con el asunto de
la pandemia, como muchos de nosotros, nos instalamos en la red para no
cortarnos del mundo y distraernos. y de tanto en cuando charlábamos en privado.
Entonces, el Hugo me decía “cuidate loco, que todavía tenemos pendientes
algunas empanadas y un vino” porque sabia que yo estaba muy enfermo. Hasta me
pidió que le escribiera algún texto porque él quería componer un chamame.
Desde hace algunas semanas desapareció del FB, y me angustié pero no quería
preguntar por él. Cada que lo hago por amigos de mi edad me llevo sorpresas no
agradables.
Allí vienen de avisarme que el Hugo se murió.